miércoles, 12 de diciembre de 2007

Vaquillas

El otro día rebuscando en el youtube encontré un video de Muro, no se quién lo ha puesto, la verdad...


martes, 11 de septiembre de 2007

Esa Lara!!!!

Muy bien Lara se nota que los arrañeses tenemos clase pa ganar todo tipo de cosas, el futbolín, los disfraces... y Ahora el rally fotográfico jejeje, y con una arrañesa como protagonista.

jueves, 30 de agosto de 2007

Se acaba...

Todo lo bueno siempre se acaba, todos lo sabemos y tantas veces nos damos cuenta de ello. Dias sin madrugar con el cielo no muy despejado, y tu abuela ya haciendo la comida que durante el año nadie te hace. Noches de locura recorriendo verbenas de pueblos, bailes y bailes hasta el amanecer. Y de nuevo volver, sin ver a los colegas que más fiesta tienen en el cuerpo, sin ver esos tacones de espanto y esas cañas corriendo por las manos. Volver... para nada nuevo encontrar, deseando que llegue de nuevo el verano...

martes, 5 de junio de 2007

A las nueve

La mesa puesta. Todo en su punto exacto, el plato, a su izquierda el tenedor y a su derecha la cuchara. Carmen puso una tapa a la sartén que escondía la cena. Las nueve en el reloj, el inicio del parte de la noche en la televisión, y aún se oían el cantar de los pájaros bajo los últimos rayos de sol. A la espera de que su marido llegase de la rutinaria y típica cerveza de las ocho, decidió aprovechar para regar.

Dejó la puerta de la trascocina abierta y subió las escaleras hasta la cochera. Allí llegó a la calle. El buen tiempo se advertía al escuchar ya las voces de aquellos vecinos que atraídos por él, sacaban sus sillas y se sentaban a tomar la fresca.

A su paso, cuadrilla de gatos esperando los restos de comida de sus diversas cuidadoras y el poco sol enfrente, ocultándose en el horizonte. La casa de su hija estaba próxima a la suya. Las flores primaverales eran resultado de sus propias manos y cuidados. Rosas queriendo salir de sus capullos. Deshizo de las hojas secas a los geranios y refrescó el césped con la manguera. Ya estaba el pequeño murciélago revoloteando por el jardín como cada noche.

Cuando las plantas ya quedaron satisfechas, se marchó de nuevo a la plaza. El peculiar sonido de la furgoneta que parece desgarrarse cada vez que se arranca, llegó a sus oídos. Su marido, en su ausencia, y como tantos cientos de atardeceres se encaminaba a la granja, a cerrar las ventanas a conveniencia del rumbo del viento.

Con rápido paso llegó a casa y se encontró encima de la mesa con el plato, sin usar. (La tele, el alivio perfecto para otra espera…)

jueves, 24 de mayo de 2007

Reflexionando...

De nuevo vuelve la calma, y suena su voz aterradora trás mis papeles. No puedo seguir estudiando, me digo, mirando constantemente de un lado a otro. Quiero despejarme del todo, volar, ser libre, dormir... irme a casa.
Un día sí, y el siguiente también, que remedio. Leyendo en la biblioteca apuntes atiborrados de letra negra, oscura, indescifrable.
"¿Te gusta lo que estudias?". Sandra me pregunta sin preocuparse en sí su tono de voz será muy alto para el lugar en el que nos encontramos.
"Bueno..." Le digo absolutamente defraudada.
"¿Y por qué sigues?"
"Por ser algo en esta vida..." Ambas dejamos de mirarnos y nos centramos en lo que tenemos delante, letras y más letras que intentan cobrar algún sentido...

viernes, 18 de mayo de 2007

40días!!!

Un adelanto de lo que son los san juanes...



......



Desde pequeña he oido decir que quien va a fiestas de SAn juan siempre repite... y como se que quereis más... SanJuaneando.com

lunes, 14 de mayo de 2007

A tí...

Las semanas que nadie necesita, pesadas sin saber cuando volver. Añoranza perdida, que un día tuve esperando cada fin de semana, ahora se convierte en un universo incierto. Los campos ya verdes, y altos haciendo tiempo hasta que un color amarillo los cubra anunciando la llegada del verano. La escarcha todavía protagonistas de las madrugadas y el mediodía calentorro a su paso por la fuente, el castillo, la plaza y las calles y calles que hacen el pueblo. Quién te olvida, y quién te quiere. Quién te aprecia y quién te abandona. Allí nos encontraremos todos en alguna fecha señalada, como de costumbre y compartiremos nuestras nuevas vidas inmortalizando nuestra apreciada infancia y adolescencia. Eternamente estarás ahí. Acogiéndonos a nuestro antojo y voluntad. Muro, ciudad romana arrinconada, ciudad medieval quemada. Muro, lleno de tesoros todavía sin descubrir. Sobrevive a esta masacre de civilización, sobrevive al mundo aterrador que amenaza con renunciar a todas las pequeñas aldeas que sólo albergan los ancianos y demás valientes que allí se quedan. Sobrevive, aunque tan triste sea decirlo y vociferarlo, para los que gozamos con la idea de retornar.

lunes, 23 de abril de 2007

La última rosa

He comprado una rosa roja. Hacía tiempo que no invertía en mi escasa colección de flores secas. Y digo escasa porque no llegarán a una docena, pero aseguro que son bellas como su designación indica. Pero esta última es distinta a las demás. Mi mente no estaba segura de ello, mi mente estaba cansada ya del día chocante y pegajoso. El tiempo se hace lento y aburrido, un sin sentido constante que mi cuerpo débil y atractivo ya no aguanta. ¿Qué hacer ante tanta y tanta desilusión conquistada sin ningún esfuerzo ni logro premeditado? El problema de la indecisión me abruma con constancia cuando ya no se si es mejor un corte frío de venas entre el vapor del agua caliente sobre mi cuerpo en la bañera, o si un gran colocón de una mezcla entre pastillas y sobres diversos de medicación obtenidos en una farmacia. Poco valor parece surgir de mi sudor de primavera. Y mi alma vagando desnuda entre estas paredes, de tan distinguida y desgraciada ciudad, buscando la salida a este infierno convertido en vida. Morir joven, con la perfección de la adolescencia, ya escondida entre las garras de la madurez. La rosa es para mi funeral.

jueves, 29 de marzo de 2007

Excavaciones!


Siempre andaré perdida dentro de mi inevitable carrera frustada, tan amada.... Cómo arte, como cultura, como lo es todo, y para todos, porque es nuestro pasado, y nuestro futuro, y quien sabe que se va a encontrar debajo de esa piedra, debajo de ese camino... Quién sabe si aquella teja rota es una teja romana, en vez de una molesta piedra en medio de la vereda... Para aquellos que se rían de las pocas ruinas, y tan débiles, que se aburren viendo yacimientos, para aquellos que no tienen pasado porque no quieren verlo... A vosotros os dedico mi gran interés por intentar ser una economista, quizás periodista, con un corazón de ¿arqueóloga?¿historiadora?.
Hace varios años recuerdo como aburrida con mis amigos en el pueblo, decidimos excavar un camino en el que se podían ver restos de piedra. No sabíamos si simplemente estaban ahí por casualidades de esta vida, o podían llegar a ser las piedras de un camino confeccionado por vete tú a saber que civilización: romanos, medievales, o la de hace dos siglos. Pués bien, el frío era aterrador al igual que el viento pero más aterradora era la curiosidad de los escasos vecinos que por allí merodeaban y la conciencia de que "excavar está prohibido". Aún con tan abrumadoras trabas decidimos acercarnos al lugar y escarbar. Para nuestro asombro descubrimos restos de una calzada, aunque todavía no sabemos con exactitud si tiene o no algún valor arqueológico. Abandonada la dejamos, y ya de nuevo el temporal y la hierba ha vuelto a cubrirla no frondosamente, pero si con delicadeza.
Ahí acaba mi "ridícula" conexión con el mundo de la historia (a parte de mis grandes años dándola como asignatura en el instituto). He hallado varios blogs sobre historia, ahí van!
Ciertas curiosidades en la Historia
Reportero de la Historia
Historia antigua

"Feliz el pueblo cuya historia se lee con aburrimiento"

martes, 13 de marzo de 2007

Cristales vacíos (continuación)

El tren paró bruscamente. Alejandro se acercó a la puerta y sin quererlo y queriéndolo a la vez, rozó el brazo de Susana. Sus miradas se buscaron. Cara a cara. Los oscuros ojos de Susana desprendían aires de tristeza. Él se había acercado a la puerta porque era su parada. Era su despedida, dolorosa, fácil de olvidar.
Alejandro no podía soportar aquella impotencia, la decisión de bajarse o no. No podía abrir la boca, las palabras no le salían teniéndola tan cerca. Estaba atado a la sensualidad de su mirada, a la palidez de sus labios, aún pintados de un rojo oscuro y atractivo. ¿Qué hacer? Ella le estaba pidiendo a gritos que se quedase allí, o eso al menos le hacía sentir. Una insistencia silenciosa, discreta, emotiva. Inexistente, quizás.
Sus brazos seguían pegados, él uno junto el otro. Un calor frío provocado por los escalofríos que ambos se hacían sentir. El viento de la ventana abierta a su lado, desprendido por la velocidad del transporte. ¿Qué hacer? Susana no sabía si debía bajarse tras él y perseguirle hasta el rincón más oscuro de su casa. Amarle a escondidas. Sin testigos. Él le miraba con cierto picor, inseguridad. La puerta se abrió. Miró al frente con dureza.
Alejandro observó su nuevo talante. El cambio de la expresión de su cara. Se bajó sin mirar atrás. Intentando olvidar sus ojos, su figura. Jurándose que eso le podría pasar tardes y tardes volviendo a casa. Su paso era firme y no quería volverla a ver. Quería sentir que en un momento se esfumaba su rabia de perderla, cuando todavía no le conocía. A lo mejor debía haberse quedado en el metro y debía haberla seguido y haber hablado con ella sin más… Caminaba y caminaba a un paso de subir en las escaleras. El tren pitó y sus puertas se cerraron. Con timidez se giró. Solo esperaba verla por última vez. Un solo instante, una mirada fugaz desapareciendo en la oscuridad. Cristales y más cristales hartos de gente y caras cansadas pero no la percibía. No había rastro de ella. Alzó su cabeza y observó la pesada escalera que le esperaba.
En un instante Susana apreció como sus sentidos se desvanecían allí mismo al concebir que se iba de su lado, que caminaba erguido hacia la salida sin girarse y mirarla de nuevo. Se llenaron sus ojos de lágrimas. Estaba vacía, vacía de él. Era un final helado que no podía dejar que se dispersarse con tal destreza. La puerta seguía abierta, esperando a que saliese. El tren pitó y dejándose llevar se infiltró por la rendija que todavía no se había cerrado.

lunes, 12 de marzo de 2007

Cristales vacíos

El andén estaba repleto de gente. Las caras sofocadas por el calor que hacía allí dentro, cuando en la calle el termómetro no subía de 5 grados. Se oía el rechinar del tren, acercándose, pero todavía no se vislumbraba en el estrecho túnel.
Susana no tenía prisa por llegar a casa. Había comprado el regalo de su hermana, un juego de café extremadamente moderno en su diseño. "Le encantará" se dijo. Echó la lotería, como cada lunes y entró en una cafetería a tomar un chocolate con churros para entrar en calor. Ahora se dejaba bajar por la escalera mecánica el metro, leyendo aquel interesante capítulo de "Flores en el ático". Al llegar al andén, el tren estaba entrando en la estación. Cómo cada día se preguntó como podían caber allí dentro todos, pero todos subieron y el tren partió hacia la siguiente parada. Dejó el libro en el bolso y miró a su alrededor. La gente cansada de una jornada dura en el trabajo, deseando llegar a sus casas. Deseando que llegue el fin de semana. Allí estaba ella, en paro, deseando que el tren nunca llegase a la estación indicada. Se volvió y miró las puertas. Podía ver la velocidad entre el vacío de los cristales. A través de él le observó.
Alejandro volvía de trabajar en metro. Harto de ser cocinero se planteaba empezar otra vida. Quizás lo mejor sería estudiar, ya que lo había dejado algunos años atrás. Pero dónde iba él a su edad. El tren cómo de costumbre iba a reventar. Aburrido empezó a imaginar la vida de los demás. A dónde iban. Por qué. Sin quererlo, la descubrió en el cristal de la puerta. Le estaba mirando a él. Y fijamente. Alejandro sonrío. Aquella mujer tenía algo. En sus ojos, en su mirada. Y al igual que pasa en las películas, creyó estar enamorado a simple vista.
Susana tras ver cómo aquel hombre le estaba sonriendo guardó inmediatamente su anillo de casada. ¿Qué estaba haciendo? Como una niña de 15 años, en vez de asumir que tenía casi los 40, le devolvió la sonrisa. Hacía años que ya no sentía aquel cosquilleo en el estómago. Hacia meses que no se acostaba con su marido.
Sus miradas siguieron intactas durante minutos. Alejandro sentía que se había enamorado, por fin. Parecía una mujer madura, seguramente mayor que él. Tenía que hacer algo, acercarse a ella, hablarle, pero sólo podía mirarle y mirarle... Susana no daba crédito a lo que estaba sucediendo y sin embargo le gustaba tanto... Estar tentando a todo, desafiando. Se sentía sucia pero le encantaba. Le encantaba flirtear con ese tipo tan atractivo, tan joven... hasta que la luz de la estación hizo que el cristal dejase de actuar como espejo y quizás llegase la hora de separarse hasta siempre. Sin nombres, ni números, ni direcciones. Un amor de metro, de extras, de ciudad. De momentos, porque tan solo había sido eso, un momento, una mirada que lo dice todo.
Continuará...

jueves, 8 de marzo de 2007

Me gusta ser una zorra

Sábado por la mañana. 1983. En "Caja de ritmos" sonando las vulpess, en latín zorras. La letra provoca un escándalo público en televisión española, querella criminal y vete tu a saber cuantas y cuantas sandecedes en boca de la tradición. ¿Libertad de expresión? Mi homenaje a la mujer es para ellas. "Qué dura es la vida cual caballo me guía..."